Septiembre ha vuelto para quedarse

Septiembre, el mes de los inicios, de los puntos de inflexión y de las nuevas aventuras.
Mes de estrenar agendas, volver al cole (o a la rutina), marcarse objetivos, apuntarse al gimnasio, dejar de fumar o ponerse a dieta.

Siempre me gustó septiembre (de niña me encantaba volver al cole), me ha dado siempre esa sensación de una nueva oportunidad, tras el calor y la relajación del verano llegaba el mes nueve, combinando el buen tiempo y el retorno a las viejas costumbres.

Este año, septiembre ha llegado raro, sin nervios de inicio de actividad, como una máquina en standby o un limbo extraño que sigue al verano (y año) extraño que estamos viviendo.
No tengo el pelo estropeado por el salitre ni estoy quemada en varias zonas raras de mi cuerpo (como todos los años), no me he pasado horas eligiendo la mejor agenda para este curso y no me he comprado ropa nueva para el comienzo de curso (igual tiene que ver que tengo unas cuantas cosas sin estrenar en el armario).

Pero hoy (ya a mediados de mes, sí, soy de procesamiento lento), me he dado cuenta de que no hay que perder las buenas costumbres, de que tenemos que volver a las viejas sensaciones que nos hacen sentir bien y que el COVID nos podrá quitar muchas cosas, pero en nuestra mano está recuperar las rutinas, tradiciones e hitos que teníamos marcados y que hemos ido dejando aletargados.

Así que, agenda nueva en mano (inscripción al gimnasio no que hay que ir poco a poco) y con algún nuevo objetivo para este final de año, septiembre (o lo que queda de él) ha vuelto para quedarse.

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